-"Tomá. Tenéme el paraguas y fijáte como los saludo". Le dijo Juan Ramón Carrasco al kinesiólogo de Nacional, Walter Ferreira, apenas pisó el césped del Parque Central.
Lo había preparado, no era un partido más y quería que todo el mundo supiera que su amor es inclaudicable. Que podrán quererlo, aceptarlo, rechazarlo, que podrán aprobarlo o silbarlo, pero para él no cambia. Nada cambia. Nacional es su Nacional. Por eso, después de esa pequeña colaboración que le solicitó a Walter Ferreira, formó un corazón con sus manos y simuló que lo inflaba.
Después les hizo ver que ese corazón se agrandaba más y más, para llegar a tapar toda la tribuna. Lo entregó, lo regaló para todos. Y terminó golpeándose el pecho, como para confirmar así que ni la distancia ni su trabajo profesional van a romper lo que siente por el emblema tricolor.
-¿Y? Estuvo bien, ¿no? Le preguntó Carrasco a Ferreira, segundos más tarde. La gente de la tribuna José María Delgado ya le había respondido. Todos de pie, aplaudiéndolo, sacándole fotos con sus celulares.
A él no lo afectó. Qué va. Si cuando ingresó al campo, en lugar de ir hacia su banco, se dirigió hacia los suplentes tricolores. Se agachó y extendió su mano para saludar uno por uno a todos. Después hizo lo mismo con los profesionales tricolores, incluido el "Chavo" Díaz. Y también hubo un saludo especial con Alejandro Lembo antes que el partido comenzar a jugarse.Una señora, más audaz que el resto, se fue hasta el tejido y le sacó un beso. Los otros de más allá, los que saltaban y cantaban, se perdieron el momento u optaron por perdérselo, porque no hubo ni una mención, ni una pequeña parte del repertorio para "JR".
Con el pitazo inicial, volvió el DT. Ahora sin ese corazón que ya había regalado a los hinchas. Entonces, aparecieron los gestos tan representativos de su estilo de conducción. Los reclamos a los jugadores por una situación desperdiciada, las recogidas de pastito y las manos en la cara para borrar lo más rápido posible algo que pasó y no le gustó nada.
Ya fue el "JR" que quiere sacar el máximo rendimiento y busca siempre la victoria del equipo que defiende. Ahí, el Parque Central dejó de prestarle atención.
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